jueves, 15 de julio de 2010

¡Johnny Winter está en la ciudad!



Es posible que un tipo esquelético y con un gran dragón tatuado en su pecho logre pasar desapercibido. Si entre sus características personales están el estrabismo y el albinismo la cuestión se complica un poco más. En realidad, tan sólo sería necesario decir que se trata de un bluesman blanco para que la duda carezca por completo de sentido. Pero, entonces, ¿un blanco puede tocar blues? O, mejor aún, ¿puede escucharlo y llegar a entenderlo? En definitiva ¿qué demonios es el blues?

Pues, para empezar, precisamente eso la música del diablo… pero que proviene de los espirituales. También es sencillez envuelta de metáforas (“I believe I’ll dust my broom”), honestidad cargada de engaños (“I am the back door man”), poesía que describe brutalidad (“strange fruit”), conocimiento que descubre la vida misma (“Let’s the good time roll”). El blues es una combinación de alegría y tristeza, que libera del dolor y da paso a la sabiduría y la esperanza, aunque no necesariamente en ese mismo orden ni siempre en las mismas proporciones.

Así que el blues lo es todo, menos fácil de explicar. Acudo a los que saben de esto: “Puedes tener el blues un día porque tu chica te ha dejado, y tenerlo al día siguiente porque ella ha vuelto” (Willie Dixon); “El blues tuvo un hijo, al que llamaron rock and roll” (Muddy Waters); “El blues te sacude en el trasero y luego te acuna. Resulta difícil de explicar con palabras, pero una vez que oyes lo que hay en su interior, te das cuenta de que es justo lo que sentías” (Wynton Marsalis); “¿Qué es el blues? Si lo tienes que preguntar es que no lo vas a entender” (anónimo).

También para mí el blues es sentimiento, historia y misterio. Y combustible para fantasear, añado. Gracias a él he sido capaz de recorrer, un millón de veces, todos los pueblos del delta del Mississippi con tan sólo una vieja guitarra por equipaje. O de empapar en sudor mi traje de terciopelo rojo mientras extraigo notas imposibles de una armónica sobre el escenario de un garito de la ciudad del viento. O de gastar las últimas monedas en una botella de licor de maíz aunque eso suponga no poder huir de los pantanos…Y todo ello mucho antes de que, afortunadamente, la vida me permitiera visitar algunos de esos lugares tan imprescindibles para cualquiera que ame el blues (aunque eso es otra historia que, a lo mejor, en otro momento me atrevo a contar).

En fin, a estas alturas supongo que no son muchas las dudas disipadas. Sobre todo teniendo en cuenta que, admito, la pregunta inicial tenía trampa. Johnny Winter no es, desde luego, un blanco que toca blues. Él es un verdadero bluesman. Lo que al final (como dice Anki Toner) tan sólo es una cuestión de educación y de talento. Y de actitud, agrego yo. Johnny Winter posee toneladas de todo ello y, además, esta noche está en la ciudad. Yo, desde luego, no pienso perdérmelo por nada en el mundo.

Hoy sí hay pinchos:

“Little Blues Book”. Brian Robertson y R. Crumb (Ed. Algonquin Books, 1996).

“Blues”. Anki Toner (Ed. Celeste, 1995)

http://www.johnnywinter.net/

http://www.youtube.com/watch?v=TFJuGGS_AWk

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