Hola, qué tal, cómo estáis. No sé lo que pensareis vosotros, pero yo creo que al tal Calato este habría que pararle los pies. Me refiero a que es un poco pesado, ¿no? ¿Era necesario enredar de esa manera para explicar lo de los tópicos?
Hace poco estuve de viaje en Japón y, como a mí no me gusta morderme la lengua, lo voy a decir. Los japoneses son gente muy, muy rara. Semejante afirmación constituye, más allá de un mero cliché, un hecho fácilmente demostrable. Son singulares porque tienen aptitudes y actitudes extrañas, inhabituales e incluso, me atrevería a decir, extraordinarias.
Algunas razones que lo fundamentan:
*En sus ciudades, las de mayor densidad de todo el planeta, es prácticamente imposible oír el timbre de un móvil en un lugar público.
*Eso no quiere decir que no los usen, claro, hablamos del paraíso de la tecnología. Pero cuando lo hacen es chocante comprobar que tampoco necesitan ser escuchados dos manzanas más allá.
*En Japón, calles, bares, trenes, mercados, restaurantes, hoteles, metros, avenidas, supermercados, parques, autobuses, museos, tiendas de discos… Gozan de una pulcritud, alabado sea Don Limpio, pasmosa. Sus habitantes llegan, incluso, al extremo de tirar de la cisterna en los váteres públicos. Lo juro.
*Esas mismas calles y avenidas, atestadas de autos, bicicletas y peatones, forman una auténtica sinfonía. Un fluido armónico cuyo correcto funcionamiento no necesita de increpaciones. Ni de gritos. Ni siquiera de simples bocinazos.
*Insólito país, en el que cada día niños de menos de diez años vuelven a casa solos desde el colegio, tan panchos, sin necesitar la compañía de un adulto. ¿Mayor nivel de seguridad ciudadana? ¿Menor grado de neurosis paterna? Manifiestas anormalidades, al fin y al cabo, ambas opciones.
*Además de todo esto, los japoneses demuestran a cada momento ser trabajadores, perfeccionistas, meticulosos y habilidosos. Únicamente cuando se utilizan sus medios de transporte público es posible conocer la verdadera dimensión del término puntualidad.
*Rizando el rizo, en Japón la gente es increíblemente educada, en el sentido de amable, afable y solícita, continuamente mostrando una mayor predisposición a la sonrisa que a la cara larga, al gesto amable que a la rudeza, a la calidez que a la frialdad.
Creedme si os digo que podría seguir con el listado. Pero, no me quiero contradecir, me gusta ir al grano.
Tras mi viaje, en algún lugar leí que todo esto es consecuencia de que los nipones, a base de un elevado desarrollo moral, un alto concepto de la empatía y una inteligencia eminentemente práctica, han llegado a la conclusión de que individualismo no es sinónimo de ineducación. Pues eso, que son raros.
totalmente de acordo Oscarinho...pero só unha cousiña: non seremos nós os raros por non comportarnos coma eles? ai...ken nos dera...a mai dun viñalle ben un vimbiaso se con iso os reconvertiamos!!!bks sorianu
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